Eros

17:12


Y las sombras se abrieron otra vez y mostraron un cuerpo:
tu pelo, otoño espeso, caída de agua solar,
tu boca y la blanca disciplina de sus dientes caníbales, prisioneros en llamas,
tu piel de pan apenas dorado y tus ojos de azúcar quemada,
sitios en donde el tiempo no transcurre,
valles que sólo mis labios conocen,
desfiladero de la luna que asciende a tu garganta entre tus senos,
cascada petrificada de la nuca,
alta meseta de tu vientre,
plata sin fin de tu costado.
tus ojos son los ojos fijos del tigre
y un minuto después son los ojos húmedos del perro.
Siempre hay abejas en tu pelo.
Tu espalda fluye tranquila bajo mis ojos
como la espalda del río a la luz del incendio.
Aguas dormidas golpean día y noche tu cintura de arcilla
y en tus costas, inmensas como los arenales de la luna,
el viento sopla por mi boca y su largo quejido cubre con sus dos alas grises
la noche de los cuerpos,
como la sombra del águila la soledad del páramo.
Las uñas de los dedos de tus pies están hechas del cristal del verano.
Entre tus piernas hay un pozo de agua dormida,
bahía donde el mar de noche se aquieta, negro caballo de espuma,
cueva al pie de la montaña que esconde un tesoro,
boca del horno donde se hacen las hostias,
sonrientes labios entreabiertos y atroces,
nupcias de la luz y la sombra, de lo visible y lo invisible
(allí espera la carne su resurrección y el día de la vida perdurable)
Patria de sangre,
única tierra que conozco y me conoce,
única patria en la que creo,
única puerta al infinito.


Cuerpo a la vista, Octavio Paz

Espacial

09:17


Durante toda la presencia del hombre sobre la faz de la Tierra, el cielo nocturno ha sido siempre para él una compañía y fuente de inspiración. Las estrellas son reconfortantes y parecen demostrar que los cielos se crearon para beneficio del ser humano. Esta patética vanidad se convirtió en la sabiduría convencional del mundo entero. Ninguna cultura estuvo exenta de ella. Algunas personas hallaron en los cielos una apertura hacia la sensibilidad religiosa. Muchos se sienten sobrecogidos y humillados por la gloria y la magnitud del cosmos. Otros, sienten el estímulo para manifestarse con el más exagerado vuelo de su fantasía.
En el mismo momento en que el hombre descubrió la vastedad del Universo y se dio cuenta de que aún sus más disparatadas fantasías eran ínfimas comparadas con la verdadera dimensión hasta de la Vía Láctea, tomó medidas para asegurar que sus descendientes no pudiesen ver las estrellas en lo más mínimo. Durante un millón de años, los humanos se han criado en contacto diario, personal con la bóveda celeste. En los últimos milenios comenzaron a construir ciudades y a emigrar hacia ellas. En el curso de las últimas décadas, gran parte de la población, gran parte de la población humana abandonó una forma rústica de vida. A medida que avanzaba la tecnología y se contaminaban los centros urbanos, las noches se fueron quedando sin estrellas. Nuevas generaciones alcanzaron la madurez ignorando totalmente el firmamento que había pasmado a sus mayores y estimulado el advenimiento de de la era moderna de la ciencia y la tecnología. Sin darse cuenta siquiera, justo cuando la astronomía entraba en su edad de oro, la mayoría de la gente se apartaba del cielo en un aislamiento cósmico que sólo terminó con los albores de la exploración espacial.

Contacto, Carl Sagan

Esperanza

21:28


¿Hay otro mundo para que este frágil polvo
se entibie con vida y vuelva a ser él mismo?
Algo en mí responde a diario que sí,
y por qué el instinto debería alimentar las esperanzas en vano.
Esta es la profecía de la naturaleza: así será,
y todo parece esforzarse por explicar
el sellado volumen de su misterio.

El tiempo que marcha hacia adelante mantiene su paso
como aparentemente ansioso de eternidad,
deseoso de encontrar esa calma, ese lugar de descanso.
Incluso la pequeña violeta percibe un poder futuro
y espera cada año para renovar sus pétalos,
seguramente el hombre no es inferior a la flor
como para morir indigno de una segunda primavera.


El instinto de la esperanza, John Clare 

azar

19:35


Mi madre dice que leer es pensar —dijo Sofía—. No es que leemos y luego pensamos, sino que pensamos algo y lo leemos en un libro que parece escrito por nosotros pero que no ha sido escrito por nosotros, sino que alguien en otro país, en otro lugar, en el pasado, lo ha escrito como un pensamiento todavía no pensado, hasta que por azar, siempre por azar, descubrimos el libro donde está claramente expresado lo que había estado, confusamente, no pensado aún por nosotros.
Blanco Nocturno, Ricardo Piglia

DEBITO

20:10

No tengo cosas
no tengo años
no tengo calma
no tengo fin
no tengo palabras
no te tengo
no me tengo
no tengo cómo

La nada tiene
en mí una rebelde cuenta


Estado de cuentas, Krystyna Rodowska

Dolores

21:36


Se llama nostalgia, y sirve para recordarnos que, por suerte, también somos frágiles.

Cesare Pavese

Aprendizaje

17:59


La lujuria merece tratarse con piedad y disculpa cuando se ejerce para aprender a amar.

Dante Alighieri


Guerra

22:00


Fue en España donde mi generación aprendió que uno puede tener razón y ser derrotado, que la fuerza puede destruir el alma, y que a veces el coraje no obtiene recompensa.

Relativo a la Guerra Civil Española, Albert Camus

Torturas

08:26


Sé por qué pasan hambre los hambrientos de mis sueños. Sé quién es aquel hombre. Sé quién es el perro. Sé por qué han de pasar hambre. Sé lo que les quito. Sé por qué he de verlos. Lo sé todo. Sé que nunca me abandonará la tortura de mi saber.

Yo, otro. Crónica del cambio. Imre Kertész.

Muertos

11:16


Los hay que mueren de silencio
de tragarse demasiadas palabras y del cólico fenomenal que sigue
y los hay que mueren por hablar demasiado
pues las paredes —al contrario que las tapias, que están sordas— oyen.
Los hay que mueren de cansancio
de todo lo que hay que cambiar para que nada cambie
y hay quien muere de aburrimiento
en esta feria universal donde continuamente ocurren cosas
y nunca pasa nada.

Hay quienes mueren de miedo
ante la mera sospecha de que podrían darse de bruces
con la verdad de sus actos
y hay a quienes les da tanto coraje
que alguien pudiera sospechar que hay una verdad tras sus actos
que sencillamente se mueren.
Los hay que no mueren nunca
porque ya están muertos.

Mueren de silencio, Jorge Riechmann


Destino

08:01


Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejarán nada. Esta es la prueba evidente de que dos almas no se encuentran por casualidad.

Jorge Luis Borges


Ruinas

07:36


(...) El mundo cede y se desploma
como metal al fuego.
Entre mis ruinas me levanto,
solo, desnudo, despojado,
sobre la roca inmensa del silencio,
como un solitario combatiente
contra invisibles huestes.

La Poesía, Octavio Paz


Pasaporte

08:03


Cada uno de nosotros
Es de algún lugar,
Cada uno viene
Sin cesar
De algún lugar.
No dejaremos
De venir, cantar, de ser cada uno.
Las estrellas, los ríos, las montañas
No son una orientación de fiar.
Sólo aquello que llevas,
Lo que no puedes dejar
De llevar consigo
Cuando vienes y vienes,
Sin cesar,
Sólo aquello es,
Sólo aquello –
El único lugar.
Todo el resto es de algún lugar,
Cada uno va hacia algún lugar.
Alabado seas,
Sentido de nuestro camino,
Indeterminable y libre.

Aleš Šteger


Belleza

18:37


Llega un momento en la vida en que la belleza del mundo ya basta por sí sola. Uno no necesita fotografiarla, ni pintarla, ni siquiera recordarla. Ya basta por sí sola. No es preciso registrarla y no necesita a nadie para compartirla o hablarle de ella. Cuando eso sucede, cuando se produce ese abandono, una abandona porque puede hacerlo.
Toni Morrison

SALIVA

06:34


Hoy, no sé por qué, el viento ha tenido un
hermoso gesto de renuncia, y los árboles han
aceptado su quietud.
Sin embargo (y es bueno que así sea) una guitarra
organiza obstinadamente el espacio de la soledad.
Acabamos sabiendo que las flores se alimentan en
la fértil humedad.
Ésa es la verdad de la saliva.

El beso, José Saramago


Credenciales

08:14



Aproveché, como tenía por costumbre hacer en los últimos tiempos, el trayecto del ascensor, para rumiar cuán poderosa palanca es el dinero y cuántas puertas no puede abrir, cuántas cadenas romper, cuántas percepciones nublar y cuánta malquerencia trocar en carantoñas. La verdad es que nunca, en todos los años que llevo zascandileando por este árido valle, me he visto en posesión del vil metal, como los que no lo quieren bien lo llaman, y no estoy, por lo tanto, autorizado para pontificar sobre los efectos deletéreos que quienes lo conocen lo atribuyen. De la ambición y la avaricia puedo hablar, porque las he visto de cerca. Del dinero, no. Precisamente, como sé por experiencia, sirve para evitar a los que lo tienen el pringoso contacto con quienes no lo tenemos. Y con toda honradez confieso que no me parece mal: los pobres, salvo que las estadísticas me fallen, somos feos, malhablados, torpes de trato, desaliñados en el vestir y, cuando el calor aprieta, asaz pestilentes. También tenemos, dicen, una excusa que, a mi modo de ver, en nada altera la realidad. No es por ello menos cierto que somos, a falta de otra credencial, más dados a trabajar con ahínco y a ser dicharacheros, desprendidos, modestos, corteses y afectuosos y no desabridos, egoístas, petulantes, groseros y zafios, como sin duda seríamos si para sobrevivir no dependiéramos tanto de caer en gracia. Pienso, para concluir, que si todos fuéramos pudientes y no tuviésemos que currelar para ganarnos los garbanzos, no habría futbolistas ni toreros ni cupletistas ni putas ni chorizos y la vida sería muy gris y este planeta muy triste plaza.

El Laberinto de las Aceitunas, Eduardo Mendoza