Primates

12:35



Los Tres Monos Sabios se encuentran en el Templo Tôshôgû de Nikkô, mausoleo construido en 1636 y dedicado al fundador del shogunato Tokugawa, Tokugawa Leyasu. En los Establos Sagrados, el escultor Hidari Jingoro talló en madera la estampa de los primates, Kikazaru, el que no oye, Iwazaru, el que no habla y Mizaru, el que no ve.

Los tres monos eran mensajeros enviados por los dioses para evidenciar las malas acciones de los hombres. Juntos y bien organizados pueden lograr metas inalcanzables por separado. Kikazaru, sordo, ve y le explica a Mizaru lo que ve y se lo cuenta a Iwazaru, mudo, que no necesita hablar, solo escuchar, ver, y decidir lo que mejor convenga. Cualquier otra fórmula de comunicación entre ellos está, lógicamente, abocada al fracaso. Otra mirada nos lleva a pensar en la discreción como virtud: "No digas lo que sepas, no mires lo que no debas, no creas lo que dicen".

Su lenguaje corporal puede aludir al pánico, a cómo reaccionamos ante algo que nos aterra. El primer impulso ante el miedo es cerrar los ojos y no verlo, no verbalizar para no darle fuerza y esperar.


Interpretaciones al margen, su valor simbólico es tan fuerte que son una de las pocas posesiones que tuvo Gandhi en vida y han llegado hasta el wasap.

Hombre de arena

19:31


El Hombre de Arena me explica que el águila, cuando está en plena madurez de su existencia, vuela hacia el Sol fijando en él la mirada para ganar nitidez en la visión, y compensar así la perdida de agudeza por una membrana opaca que acabará recubriendo su retina al entrar en la vejez. 
Cuando el águila está a punto de deslumbrarse, es cuando más ve.


Para el hombre mirar fijamente al Sol es un esfuerzo contra natura. La demencia de Van Gogh le hizo creer que sería inmortal si lograba vencer al sueño y ver amanecer un día tras otro sin caer dormido. Ensimismado por su locura, se convirtió en adorador del sol hasta la obsesión, cómo el águila, y la última época de su vida la cubrió de amarillos y girasoles como cósmicos símbolos de luz y energía.


Delicadezas

12:52


Las ideas no se imponen, se proponen. La acción no se obliga, se impulsa. El criterio no se fuerza, se forja. Nada mejor para que el camino no sea tortuoso que hacerlo desde la delicadeza.

Resulta difícil explicarle a quién no la tiene en qué consiste. 

La delicadeza no es melindrosa ni acaramelada, tiene elementos comunes con la educación, pero la urbanidad no la suple, no es femenina ni masculina, es cultivada y afable, implica respeto pero no es distante, no necesita de la confianza ni de la cercanía, matiza las relaciones humanas pero no las define.

La delicadeza es el lenguaje de los pequeños detalles.

Claridad

06:35




Cuando es imprescindible pensar surge la abrumadora maquinaria del ruido,  de un ruido constante, sordo, que parece infinito. En el silencio dicen que viven la grandes respuestas, custodiadas por las grandes preguntas, las que inquietan, renueven, escudriñan. 

Son ellas, las preguntas guardianas, las que dan miedo, porque...dónde nos pueden llevar, qué implican, cuanto daño podría hacernos una pregunta aparentemente inocente...

El silencio no tiene todas las respuestas, pero sí tiene las mías. A mayor intensidad, menor claridad y más confusión. Crear espacios de tranquilidad, la respiración consciente y el viaje al interior permiten atisbar lo que realmente eres, tener una percepción clara, sin excusas.

Tan simple y tan complejo como sujetar el temperamento para que las acciones reposen sobre la capacidad de pensar. Veinte minutos diarios de aislamiento para dar respuestas adecuadas a preguntas de manual. ¿Qué es lo justo? ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué estoy dispuesta a perder? ¿Soy capaz? ¿Qué puedo aprender? ¿Voy a intervenir?

El mecanismo para tomar decisiones depende del temperamento o de la voluntad.
Preferible de la voluntad.





Galgos

00:31


España es el país de los galgos ahorcados. España es el país que no aprecia la ternura inconcebible de un animal que se enreda con el aire, dibujando piruetas imposibles. España es el país de árboles con ramas asesinas, donde una infame cuerda siega una vida tan ligera como la espuma. España es una tierra yerma que entierra la poesía en sus entrañas muertas.

Los galgos son poetas emboscados en el viento, que doblan las esquinas en silencio, deslizándose como un brazo de agua escapado de una acequia. Los galgos son poetas que se recortan contra la luna, componiendo siluetas inauditas. Los galgos encabalgan las palabras o saltan por encima de ellas, sorteando las tildes, tan arrogantes e inflexibles. La tilde es una señora ridícula que se clava en las palabras como una espina. Los galgos perturban su rutina, lanzándola al viento, que juega con ella hasta que se aburre y la deja sobre un tejado, donde se confunde con una ramita. A veces, acaba en un nido. Allí recibe lecciones de humildad y acepta su dolorosa intrascendencia. Las pisadas de los galgos no dejan huella. Son veloces, aladas, casi etéreas. No les afecta la gravedad ni la dureza de la piedra. Los galgos aceleran el movimiento de rotación de la tierra, cuando la locura se apodera de ellos. Los ojos apenas pueden seguir su vertiginosa galopada, pero gracias a sus carreras escuchamos la música de las esferas.

Los galgos se burlan de la ortografía estirando o doblando sus orejas. Las orejas de un galgo pueden transformarse en una X, una Y o una LL. Esforzándose un poco pueden esbozar la Ñ o el número Phi, el número áureo donde se esconde Dios, jugando con una serie infinita que deja con un palmo de narices a las maestras de escuela.

Las maestras de escuela no entienden a Dios ni a los galgos. Dios es un niño que utiliza los puntos suspensivos para cruzar los ríos. Los arroja uno a uno y avanza a saltitos. Los que le sobran, se los guarda en el bolsillo. Los galgos nunca se separan de Dios, pues saben que les necesita para no extraviarse por los caminos, donde acecha el hombre con una horca en la mano. Nos han dicho que Dios era un anciano de barba blanca y piel arrugada, pero Dios es un niño enfermo que aplaca su dolor, acariciando la huesuda cabeza de un galgo. 

Los galgos vigilan el mundo mientras Dios descansa.

Sheldonismo

19:11



The Big Bang Theory está de bajón. A los guionistas les lastran diez temporadas y los personajes empiezan a ser planos y previsibles. 

Todos menos Sheldon, radicalizado en sus opiniones, su comportamiento asocial y sus obsesiones compulsivas. Hace unos años, Chuck Lorre, uno de los guionistas, desmintió haber construido al personaje con parámetros de Asperger, uno de los trastornos del espectro autista, probablemente porque banalizar una enfermedad mental con animo cómico no sea políticamente correcto. 

Es torpe, rechaza el contacto con los demás porque se siente en un entorno hostil, está obsesionado por la literalidad de las expresiones, reacciona de forma unidireccional, y su falta de empatía le obliga a copiar las emociones. Muestra curiosidad solo por determinados temas en los que su inversión desmedida de tiempo y su memoria excepcional lo convierten en un experto. Es matemático, porque es más fácil entender una ecuación que al mundo.

Sheldon está de moda, pero no es el único. Antes que él, "Rain Man' logró acercar al gran publico el autismo en general y en concreto, el autismo en adultos. La magistral interpretación de Dustin Hoffman estableció un estereotipo algo cruel: todos los autistas cuentan con 'habilidades especiales', y logran el triunfo. 

Ya sobre el papel, Lisbeth Salander, el personaje creado por Stieg Larsson en la saga Millennium, ancla su sociopatía en el mismo síndrome, aunque al revestirlo de vanguardia feminista es menos evidente. En la vida real, se identifica con este síndrome a personalidades extremas como Tim Burton, Spielberg o Bill Gates. 


Como todas las visiones desde lejos, son “aspis” exagerados y maniqueistas. Pero sin duda, ayudan a dar visibilidad a un trastorno relativamente desconocido al poner en valor sus potenciales capacidades y generar conciencia social. 

Viernes

19:45


Brujas yendo al Sabbath”
Luis Ricardo Falero. Óleo sobre lienzo. 1878. 
(Ni una sola obra suya en museos españoles pese a haber sido subastado en Sotheby's)


Mañana desayuno.
O akelarre. Nunca se sabe.




Hielo

00:25


La Aemet ha activado la alerta por riesgo importante de temperaturas mínimas. Los termómetros pueden caer hasta los -12º en el Pirineo. La situación se recrudecerá por el fuerte viento, que puede alcanzar rachas de 100 kilómetros. 
Esta combinación hará que las sensaciones térmicas en muchas localidades se aproximen a los 20 grados bajo cero.


En el cajero hay un hombre que duerme entre cartones. 
Debe de ser porque no lee la prensa.


Somos una sociedad enferma.

Intentio

01:00


La intención cuenta. Doble o sencilla, no pasó desapercibida para los romanos y su vocablo latino “intentio”, con el que se designa la orientación de la voluntad a un propósito. 

A partir de aquí, han llovido divagaciones a miles sobre la naturaleza de la intención.

Inauguró la saga Aristóteles, con su Moral a Nicómaco, que detalla con paciencia cómo la intención se cruza con la voluntad y a la más mínima se descruzan. La voluntad tiene una carga racional mientras que la intención prefiere ser punzante.

Dónde este la intención, que se quite lo demás. Esa esquirla del pensamiento es tan importante que permite evaluar la naturaleza de un acto que no consumado, calificarlo, definirlo... Santa Teresa de Jesús podría haber homenajeado a Nicómaco con una caja de yemas y diciendo “sólo con la intención, basta”.

Kant también insistió lo suyo. Nada más recomendable que juzgar un acto, bueno o malo, según la intención de su autor, aunque el resultado no se haya producido. Con este postulado y un poco más, desarrolló una ética deontológica todavía versionada por todos los colegios oficiales de medio mundo. 
Innegable que con el bachillerato antiguo ejercitabas la memoria.

Y para que quieres más, hasta el Código Penal se pliega ante la intención y llega al concepto de dolo gracias a las teorías de Frank y sus fórmulas para convertir algo subjetivo como la intención en tasable, medible y repercutible sobre la pena.


Silenciar algo implica intención.
Intención cuando menos, dolosa.


LXXIV

18:21


74 es el número atómico del wolframio.
74 es el número asignado al asteroide Galatea.
74 es divisible entre 1, 2 y 37.
74 días duró la guerra de las Malvinas.
74 segundos son 1 minuto y 14 segundos 
74 minutos es 1 hora y 14 minutos
74 kilómetros es la distancia que recorres en ir y volver de tu casa a la de tu tía.

Mirándolo así, 74 se queda en nada.

Y por algo que no es nada, no hay que inquietarse.

Contemplar

10:57






         “Soy un esteta a la antigua usanza, alguien que vive y trabaja por la belleza”. 


El punto de partida para despertar mi curiosidad sobre Franco Maria Ricci no puede estar mejor anclado. Tú no tienes autoridad, pero tienes influencia, y él, un gusto exquisito y sobrio.

Le dedico tiempo a verlo. Me fascina ese afán coleccionista que no pretende ser exhaustivo sino hedonista, que recopila piezas sabias, estoicas ante lo inevitable, sin pudor a mostrarse imperfectas, incompletas, conmovedoras desde el defecto.

A los bustos de Ricci no parece importarles el código Bushido. Apuesto lo que quieras a que son más de Kintsukuroi, el arte de la resilencia basado en que un objeto es más bello por haber estado roto y esas grietas merecen volver a la vida cubriéndose de oro, celebrando su fortaleza.


Manual for Cleaning Women

01:06



No es fácil ser mujer en ningún rincón del mundo. No lo es en África, pero tampoco creo que lo sea en Colombia, en los suburbios de París, o en la sierra de Soria. básicamente porque esa revolución que libera, no por anhelada, llega antes y a los hombres les cuesta dejar de trabar palos en la rueda de la carreta. Guste o no, vivimos en un mundo patriarcal, con una legislación paritaria que en la practica flojea, insultamos en femenino porque el diccionario lo ampara y permitimos cómplices una escala retributiva que trata con más generosidad a hombres que a mujeres.

Las estructuras arcaicas se aferran a lo cotidiano. Encuentran un buen nicho de mercado en la televisión, en la publicidad, en los cómites de dirección y en la lista Forbes.


Y en la literatura. La testosterona de Hemingway y Fitzgerald es venerada por “cipoutudos” como Perez Reverte y Jabois, que cómo no podría ser de otra forma, venden un huevo de novelas tabernarias habitadas por mujeres de bandera y hembras que caminan contoneándosen con garbo.


Allá ellos y las canciones de Sabina. 
Se han perdido lo mejor: ser capaces de observar el mundo con la sibilina inteligencia emocional de Lucia Berlin. 

Aprovecha un rato zen para leerla. No es stalker, es woman worker, cruda y real, acorazada y frágil al mismo tiempo, llena de contrastes y desgarros. Vibra, contagia emoción. 

En cada relato está la pluma que acaricia y pega al mismo tiempo, la necesidad de entornar la tapa y frenar para descubrir la belleza del desastre, de la miseria. 


La comparan con Carver.

Pero nadie que escriba sobre Carver lo comparará con ella.